A Casa Elementar

La casa concebida por los arquitectos Manuel y Francisco Aires Mateus, siendo inequívocamente contemporánea en sus cualidades y limitaciones, es el resultado de una mirada atenta y nada nostálgica sobre esa forma secular de habitar el paisaje.
Cuando se la ve a la distancia surge como un sólido blanco posado en la cresta de una colina. No existe abertura alguna. La sugerencia platónica –un sólido blanco con una escala doméstica– no impide adivinar que se trata de una casa. Habitar significa en este caso, y en general en el devenir reciente de estos arquitectos, una búsqueda serena de la elementalidad, de la reducción al mínimo de los elementos que componen la casa. Para que se construya apenas lo esencial y se relativice lo más posible la impresión digital de lo pasajero y lo decorativo. En esta casa la “idea” sobre un modo de habitar pasó a la materialización, hecho poco habitual en la arquitectura portuguesa por la presuposición de radicalidad que este paso habitualmente implica.
En el interior los arquitectos introdujeron un elemento imponderable: un patio en el centro de la casa, en relación al cual todos los espacios se disponen. No es el patio habitualmente visto en las arquitecturas más recientes, abierto a la casa. Aquí este elemento impedirá que la casa sea atravesada con al mirada, funciona nuevamente con el sentido de muro y de grosor. Se trata de un patio próximo a la arquitectura arcaica, del mundo mediterráneo; está cerrado sobre sí mismo, abriéndose apenas a la cara sur, revelando un árbol en el exterior. La luz, manipulada serenamente, invade el interior completamente blanco. Esta estrategia va a repetirse en una trama de pequeños patios que iluminan todos los espacios domésticos (cuartos, baños y cocina) y permiten relaciones visuales entre sí.
Se adivina un sentido de “espacio excavado” en el interior; paredes gruesas y uso de pocos materiales. Pero no es sólo eso. Las dos puertas de madera (en verdad dos pesados paneles que se deslizan elegantemente), una orientada al este y otra al oeste, abiertas permiten una nueva complejidad. La casa puede estar totalmente abierta al exterior, y simultáneamente ser un organismo de espacios excavados en la masa “blanca”. Es en esta dualidad, entre máxima permeabilidad con el paisaje y máxima introspección, reside su riqueza conceptual y espacial.


















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